La resiliencia es la capacidad de adaptarse y recuperarse frente a situaciones adversas, aprendiendo y creciendo a partir de ellas. Implica actitud positiva, flexibilidad, resolución de problemas, regulación emocional y autoestima sólida. Desarrollarla implica fortalecer habilidades de afrontamiento, resolver problemas, mantener una actitud optimista y aprender de experiencias pasadas. En el ámbito profesional, implica mantener un rendimiento efectivo y adaptarse positivamente frente a desafíos laborales. La resiliencia tóxica se manifiesta cuando se recurre a mecanismos de afrontamiento destructivos, lo que puede llevar a un deterioro de la salud mental y emocional a largo plazo.