La necesidad del contacto físico en la era digital

En una era marcada por la hiperconexión digital, actualmente nos enfrentamos a una desconexión física sin precedentes. Estudios recientes revelan que la ausencia de contacto físico tiene implicaciones profundas en la salud mental, con un impacto directo en los niveles de ansiedad y depresión. El papel fundamental del contacto físico tiene su origen desde el inicio de la vida: varios estudios indican que es fundamental para la supervivencia de los recién nacidos que se les coja en brazos, dado que de este modo descubren los confines de su cuerpo, y así se forma su psique.

A medida que nos adaptamos a un mundo más virtual, es imperativo recordar que el contacto humano sigue siendo una necesidad básica, ¡para todos!

El impacto psicológico de la falta de contacto físico

En España, la soledad no deseada afecta a una de cada cinco personas, mientras que siete de cada diez experimentarán este sentimiento en algún momento de sus vidas. Desde la pandemia de COVID-19, el aislamiento social ha agravado esta problemática, dejando a muchos sin el consuelo de un simple abrazo. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 34% de los españoles se siente frecuentemente solo, reflejando una tendencia alarmante que también se observa a nivel global. La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta que uno de cada siete adolescentes padece trastornos mentales como la depresión y la ansiedad, problemas exacerbados por la falta de interacciones físicas.

El contacto humano NO es un lujo, es una necesidad biológica: un abrazo activa la liberación de oxitocina, la “hormona del amor”, que disminuye el estrés, mejora el estado de ánimo y refuerza los vínculos emocionales. Además, reduce el cortisol, la hormona relacionada con el estrés, y fortalece el sistema inmunológico. Varios estudios demuestran que las interacciones “táctiles” regulares pueden mejorar la calidad del sueño, aliviar dolores físicos y emocionales y fomentar sentimientos de pertenencia y seguridad. Sin estas interacciones, las personas pueden desarrollar problemas como ansiedad, depresión y estrés crónico, afectando tanto su salud mental como física.

Como ya mencionamos anteriormente, el contacto físico también desempeña un papel esencial en el desarrollo infantil. De hecho, los niños que experimentan contacto frecuente muestran mayores niveles de bienestar emocional, mejor regulación de sus emociones y una autoestima más sólida en comparación con aquellos que carecen de estas interacciones. En adultos, el contacto físico promueve conexiones más profundas y relaciones interpersonales saludables, siendo clave para el equilibrio emocional.

¿Pero quiénes son los más afectados? ¿Y cómo podemos atajarlo con la ayuda de la psicología?

Los grupos especialmente vulnerables son las personas mayores que viven solas, los jóvenes que, a pesar de estar conectados digitalmente, se enfrentan a altos niveles de soledad,las personas con trastornos mentales y las que están pasando por un duelo reciente. La ausencia de contacto físico intensifica sentimientos de aislamiento, afecta la autoestima y genera una sensación de desconexión emocional.

En muchos casos, el cuidado de animales proporciona a las personas interacción táctil y apoyo emocional: tener esa compañía que requiere atención y cuidado nos hace sentir acompañados y necesarios, lo que ayuda a gestionar la soledad. Sin embargo, la gran diferencia la puede hacer un profesional especializado que nos ayude a desarrollar habilidades emocionales y relacionales para gestionar estos desafíos.

De hecho, la psicología desempeña un papel crucial en abordar los efectos de la falta de contacto físico, ya que las terapias psicológicas ayudan no solo a identificar y gestionar emociones relacionadas con la soledad, sino también a reconstruir la capacidad de conexión emocional.

En Unobravo dan especial importancia a la terapia cognitivo-conductual (TCC) ya que ayuda a las personas a identificar patrones de pensamiento negativos que pueden intensificar sentimientos de soledad y ansiedad, reemplazándolos por estrategias más constructivas para fomentar relaciones saludables.

Si la combinamos con la terapia humanista, más enfocada en el desarrollo personal, nos permitirá explorar emociones en un entorno seguro, promoviendo la autoaceptación y fortaleciendo la capacidad de conectar con los demás.

Si la persona se siente cómoda, las terapias grupales también pueden ser de ayuda ya que permiten a las personas compartir experiencias similares, generar vínculos y encontrar apoyo emocional. O la terapia de toque, enfocada en la reconexión con el cuerpo y la liberación de tensiones físicas y emocionales a través del tacto terapéutico.

Para aquellos que no pueden expresar afecto a través del contacto físico, esta dificultad puede ser indicativa de una problemática emocional subyacente. Las personas que sienten incomodidad con el contacto físico, pero desean sentirse a gusto con él, pueden beneficiarse de la terapia online. Este formato garantiza un entorno libre de contacto físico, permitiendo reflexionar y trabajar de manera segura en este desafío, a través de herramientas psicológicas que ayudan a desarrollar comodidad y autoconfianza en las interacciones humanas.

En un mundo donde el contacto físico se ha vuelto escaso, es importante reivindicar su importancia: la conexión humana, tanto a través del tacto como del entendimiento emocional, es fundamental para el bienestar individual y colectivo. Las terapias psicológicas, junto con estrategias de autocuidado y el uso consciente de la tecnología, nos permiten enfrentar los desafíos de una era digital sin perder nuestra esencia humana. Recordemos, especialmente en el Día Internacional del Abrazo – este 21 de enero – que un gesto tan simple como un abrazo puede transformar nuestras vidas.

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