El debate entre naturaleza y crianza ha sido un tema de interés desde hace mucho tiempo en el campo de la psicología y más allá. Su objetivo es comprender la influencia relativa de las predisposiciones genéticas versus los factores ambientales en el desarrollo y el comportamiento humanos. Este debate ha existido durante mucho tiempo en el campo de la psicología, la genética y otras disciplinas relacionadas con la comprensión del comportamiento humano. ¿Las características y comportamientos humanos están principalmente influenciados por factores genéticos o por el entorno y la experiencia? ¿Somos buenos o malos por naturaleza o por lo que son o han sido nuestras circunstancias de vida?
Si bien puede parecer dicotómico a primera vista, es importante reconocer la intrincada interacción entre la naturaleza y la crianza a la hora de moldear quiénes somos y cómo actuamos.
La perspectiva de la naturaleza sugiere que las características innatas y genéticas son determinantes fundamentales del comportamiento humano. Esto significa que ciertos aspectos de nuestra personalidad, inteligencia, habilidades y predisposiciones están influenciados por la genética.
La perspectiva de la crianza sostiene que el entorno, la experiencia y la educación son factores clave en la formación del comportamiento humano. Según este punto de vista, nuestras interacciones con el entorno, la crianza recibida y las experiencias vividas son más determinantes que los factores genéticos.
El papel de la naturaleza: predisposiciones genéticas
Por naturaleza nos referimos a los factores genéticos y biológicos que contribuyen a nuestras diferencias individuales. Estos factores incluyen nuestra composición genética, rasgos heredados y predisposiciones. Por ejemplo, algunas personas pueden tener una predisposición genética hacia ciertos rasgos físicos, como la altura o el color de ojos. Del mismo modo, determinadas variaciones genéticas pueden aumentar la probabilidad de desarrollar determinadas enfermedades o afecciones, como el Alzheimer o la depresión.
La crianza: influencias ambientales
Por otro lado, la crianza abarca los factores ambientales que impactan nuestro desarrollo, como las interacciones sociales y las influencias culturales. Nuestro entorno, incluidos nuestra familia, amigos y comunidad, desempeñan un papel crucial en la configuración de nuestras creencias, valores y comportamientos. Por ejemplo, los niños criados en un ambiente amoroso y comprensivo tienden a desarrollar un fuerte sentido de autoestima y bienestar emocional. Por el contrario, quienes están expuestos a negligencia o abuso pueden experimentar efectos adversos en su desarrollo psicológico.
La interacción compleja: naturaleza y crianza en armonía
Es esencial comprender que la naturaleza y la crianza no son entidades independientes, sino que están intrínsecamente entrelazadas. La interacción entre nuestras predisposiciones genéticas y las influencias ambientales determinan nuestros rasgos y características únicos. Por ejemplo, si bien la genética puede predisponer a alguien a ser más propenso a la ansiedad, el entorno en el que crece puede exacerbar o aliviar esta tendencia.
También es muy importante destacar que la mayoría de los expertos en la actualidad sostienen que tanto la genética como el entorno interactúan de manera compleja para determinar el comportamiento humano. Este enfoque se conoce como «interacción gen- ambiente». Por ejemplo, una predisposición genética a ciertas habilidades puede necesitar un entorno adecuado para manifestarse completamente.
Los avances en genética han llevado a comprender que muchos rasgos complejos, como la inteligencia o la personalidad, son el resultado de la interacción de múltiples genes y su expresión está influenciada por factores ambientales. La mayoría de los científicos consideran que la interacción entre la naturaleza y la crianza es crucial para comprender completamente el comportamiento humano.
Desde una perspectiva estrictamente psicológica, la cuestión de si las personas son «buenas» o «malas» es compleja y multifacética. Desde Buencoco nos cuentan que hay que evitar clasificar a las personas de manera tan simplista, reconociendo que el comportamiento humano es influenciado por una interacción compleja de factores genéticos y ambientales.
Genética y predisposición
Algunas personas pueden tener predisposiciones genéticas que influyen en ciertos aspectos de su personalidad o comportamiento. Por ejemplo, ciertos rasgos temperamentales y la susceptibilidad a ciertos trastornos mentales pueden tener una base genética.
La propensión a sufrir un trastorno psicológico puede incidir en el proceso decisional de una persona de diversas maneras. En primer lugar, trastornos como la ansiedad o la depresión pueden afectar la percepción y la evaluación de riesgos, dando lugar a decisiones más cautelosas o sesgadas hacia lo negativo. Esto se debe a cambios en el procesamiento de la información y en la regulación emocional, donde las emociones pueden llegar a predominar sobre el razonamiento lógico, resultando en elecciones impulsivas o pesimistas. Además, trastornos como el trastorno obsesivo-compulsivo pueden reducir la tolerancia a la incertidumbre, incitando a la persona a eludir decisiones que conlleven ambigüedad.
Por otra parte, los trastornos que impactan en la motivación y la energía, como la depresión mayor, pueden llevar a evitar decisiones que impliquen un mayor esfuerzo físico y cognitivo. Mientras tanto, aquellos que afectan las habilidades sociales, como los trastornos del espectro autista o el trastorno de ansiedad social, pueden tener influencia en las decisiones vinculadas a interacciones sociales o profesionales.
Entorno y experiencias
El entorno, las experiencias y la crianza también juegan un papel crucial en la formación del comportamiento. Las interacciones sociales, la educación, la cultura, entre otros factores ambientales, pueden influir en cómo las personas desarrollan sus valores, ética y moralidad.
Voluntad y elecciones individuales
La psicología también reconoce la capacidad de las personas para tomar decisiones y ejercer el libre albedrío en diversas situaciones. Aunque los factores genéticos y ambientales pueden imponer ciertos límites o predisposiciones, la capacidad individual de elección y aprendizaje permiten a las personas tomar decisiones éticas y morales.
No solo en Buencoco, sino en general, la psicología contemporánea aboga por una comprensión más matizada del comportamiento humano, reconociendo que no hay una única respuesta a la pregunta de si somos inherentemente buenos o malos. La moralidad y la ética son temas complejos que involucran una interacción de factores genéticos, ambientales y culturales, así como la capacidad individual para reflexionar y tomar decisiones éticas. Además, las perspectivas éticas y morales varían entre culturas y comunidades, añadiendo otra capa de complejidad a esta cuestión.
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